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Un sistema nervioso sano, desde el primer día de vida
Vemos muchos niños en nuestra consulta, muchos de ellos neonatos. Otras personas que observan cómo realizamos los ajustes quiroprácticos a los bebés, suelen preguntar: “¿qué le ha pasado a ese bebé?”, “¿por qué está acá y necesita ajustes quiroprácticos?”. Nuestra respuesta es muy simple: “Ha nacido”.
Cuando empezamos a cuidar de un niño, los padres rellenan un cuestionario con preguntas sobre el nacimiento de su hijo. Preguntamos dónde y cómo nació el bebé. En muchas ocasiones hemos visto respuestas como: natural, en un hospital, inducido con epidural y fórceps. En caso como estos, lo único natural fue la vía de salida. Otras madres responden: “el niño no sufrió, nació por cesárea”.
Nuestros quiroprácticos han leído y estudiado mucho sobre los partos y también ha sido testigos de los traumas que sufren los bebés luego de nacer. Podemos decir que, incluso un parto natural y normal, puede ser una experiencia traumática para la columna vertebral y el cráneo del recién nacido. Este trauma puede afectar al neonato y por tanto influir en su salud y desarrollo, reduciendo su potencial de llevar una vida sana desde el inicio.
En la mayoría de partos donde se aplican técnicas modernas, existe un potencial de trauma. Epidurales, la postura horizontal de la madre para parir e incluso el entorno desconocido, influyen y contribuyen a complicaciones que terminan en partos invasivos y traumáticos. El incremento en partos por cesárea es preocupante. De un 5% en 1970, ha crecido hasta un 19% en 2010. La tasa recomendada se sitúa por debajo del 9% según el American Journal of Obstetrics & Gynecology. Un parto por cesárea es igual o más traumático que un parto normal. Las fuerzas aplicadas sobre el cuello y la columna del bebé puede ser considerablemente superiores que en un parto normal ya que los músculos del útero no asisten en el proceso. Muchas madres describen sensaciones de estiramientos y sacudidas durante el proceso de extracción del bebé de su vientre.
Estirar y girar la columna de un neonato es una fuente reconocida de estrés sobre el sistema nervioso. La aplicación de métodos mecánicos como fórceps o ventosas puede incrementar aún más la presión sobre el cráneo, la columna el sistema nervioso. Todo ello hace muy recomendable la atención quiropráctica a los recién nacidos para así aliviar posibles futuros problemas derivados de estas prácticas. Así, la quiropráctica ayuda a corregir la tensión sobre la columna colocando la primera vértebra en su sitio de forma suave, permitiendo así al sistema nervioso funcionar como es debido. Muchas madres notan una diferencia en sus bebés desde el primer día de cuidados quiroprácticos y cada día más pediatras derivan a las mamás al quiropráctico, sobre todo en casos de cólicos del lactante, pero también en casos de alergias y otitis crónica.
El enfoque de la quiropráctica consiste en corregir la tensión sobre los nervios espinales, un problema serio y a menudo indoloro en los más pequeños. La quiropráctica puede resultar muy efectiva también durante el embarazo. Así, la técnica de quiropráctica Webster es de gran utilidad, reduce la torsión del útero, permitiendo al feto colocarse en posición cefálica en preparación a su llegada al mundo. Si un bebé viene de nalgas suele ser motivo para programar una cesárea, pero con esta técnica se puede evitar. Esta técnica tiene una tasa de éxito por encima del 80%!
