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¿Cómo puedo saber si tengo una hernia discal? Los síntomas más comunes son los dolores en la zona lumbar y en una o ambas piernas; en caso de hernias en la zona cervical, suelen aparecer dolores en el cuello, los hombros y uno o ambos brazos y manos. Estos síntomas podrían agravarse al toser, estornudar, caminar o simplemente al levantar o mover el brazo.
Los Quiroprácticos están preparados para, a través de una serie de pruebas, determinar qué nervios se encuentran afectados y, con tiempo, pueden tratar de manera efectiva y segura los casos de hernias discales, de manera completamente natural. El cuidado quiropráctico ayuda a regular el normal funcionamiento del sistema nervioso e, incluso, puede ayudar a prevenir estos problemas a personas que no sufren de hernias discales!
Tengo una "hernia discal”... ¿Puede la Quiropráctica ayudar?
La hernia discal es la protrusión de un disco intervertebral en el canal raquídeo debido al desplazamiento del núcleo pulposo. Los discos son los amortiguadores entre los huesos (vértebras) en la columna vertebral. Se componen de un revestimiento exterior fibroso duro y una sustancia similar a un gel más blando en el interior. Una hernia de disco se produce cuando las fibras exteriores se desgarran y permiten que el gel interior se desplace o salga hacia afuera. Es un poco como un neumático pinchado.
¿Por qué puede ser tan dolorosa? Las hernias discales, a veces, pueden ser muy dolorosas; si tenemos la mala suerte de que el disco herniado esté tocando uno de los nervios que salen de la médula espinal. Si la hernia discal es en la zona baja de la columna, podría enviar sensación de dolor a lo largo de una o las dos piernas, y si es en el cuello, podría suceder lo mismo con los brazos. Por lo general no es la presión física del disco presionando sobre el nervio lo que causa la mayor parte del dolor, pero si la reacción del mismo; o sea la inflamación que se genera cuando la raíz del nervio se ve irritada.
¿Cuál es la causa? Pueden haber muchas causas: tal vez una lesión al levantar un objeto pesado, o algún otro trauma, como un accidente de coche o una caída practicando algún deporte. En nuestra consulta es muy común escuchar a nuestros pacientes decir: " Todo lo que hice fue agacharme para ponerme los zapatos y me quedé allí enganchado y con mucho dolor”. La verdad es que las lesiones de espalda no se producen al realizar una actividad tan simple; la mayoría de las veces, se debe a la acumulación de muchos pequeños traumas causados por nuestro estilo de vida. El haberse agachado a ponerse los zapatos, fue " la gota que colmó el vaso”.