Durante el embarazo se producen cambios en el centro de gravedad de la mujer, el cuerpo debe equilibrarse y adaptarse al nuevo estado, al aumento de peso y a los cambios orgánicos añadidos. Esto se traduce en tensión para la columna vertebral.

El descenso del feto hacia la cavidad pélvica suele venir acompañado de dolores más o menos agudos y/o punzantes en la zona inferior de la espalda así como en los huesos pélvicos. Estas molestias son debidas al estiramiento de los ligamentos de la zona, que se prepara para el proceso de dar a  luz. Desde la zona lumbar salen los nervios hacia el útero, los muslos y el nervio ciático que recorre las piernas.

Aparte de las molestias fisiológicas directamente relacionadas con el aumento de peso y el nuevo equilibrio del cuerpo, nos encontramos también con las molestias clásicas derivadas del proceso hormonal, mareos, vómitos, pies hinchados, problemas de retención de líquidos y malestar general.

La quiropráctica durante el embarazo puede ayudar a hacer los cambios más llevaderos, facilitar la adaptación, equilibrar la zona pélvica y potenciar su correcto funcionamiento a nivel nervioso y muscular facilitando a la larga el proceso del parto.

Una columna vertebral libre de interferencias nerviosas y con la flexibilidad de adaptación al estado gestante, facilita el posicionamiento en la cavidad pélvica del feto (Técnica Webster).

La quiropráctica puede aliviar las molestias típicas de este período y a la vez preparar la estructura pélvica para un proceso de alumbramiento sin dificultades. Es un método seguro y natural del que una mujer embarazada puede beneficiarse hasta el momento de dar a luz.

Los cuidados quiroprácticos son recomendables y eficaces durante el embarazo para equilibrar el cuerpo y ayuda a adaptarlo de manera suave a los cambios que experimenta.